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Aprender jugando: no sólo los niños

¡Feliz Día del Niño! Hoy celebramos a quienes mejor saben vivir el presente, imaginar sin límites y aprender sin miedo: los niños. Ser niño es, en muchos sentidos, la forma más pura de experimentar el mundo. Todo es descubrimiento, todo es posibilidad. Pero sobre todo, ser niño es jugar. Y al jugar, también se aprende. Mucho.

En Alemania, por ejemplo, el modelo educativo “Kindergarten” —que significa literalmente “jardín de niños”— se basa en el juego como herramienta principal de aprendizaje. No es casualidad. El juego permite explorar, experimentar, equivocarse sin temor, intentar una y otra vez, y construir desde la experiencia. Este enfoque no solo ha sido clave en la educación infantil, también ha llamado la atención del mundo académico y empresarial.

De hecho, un estudio realizado por la Universidad de Cambridge demostró que el aprendizaje lúdico tiene un impacto significativo en tres habilidades que hoy son esenciales para cualquier organización: la creatividad, la resolución de problemas y la colaboración. Curiosamente, son justamente esas las habilidades que más se valoran en el mundo del trabajo actual, dominado por la innovación, la complejidad y la necesidad de equipos ágiles y adaptables.

Algunas de las empresas más innovadoras del mundo ya han entendido esto y han incorporado el juego de forma estructurada en sus procesos. Google, por ejemplo, ha convertido sus oficinas en espacios de creatividad y juego, fomentando ambientes donde el trabajo y la imaginación conviven naturalmente. Otra referencia poderosa es LEGO, que desarrolló una metodología formal llamada LEGO Serious Play. A través de ella, equipos de trabajo construyen modelos con piezas LEGO para representar ideas abstractas, resolver conflictos, alinear visiones y diseñar estrategias de negocio. Lo que parece un juego infantil se convierte en una herramienta poderosa para pensar mejor en colectivo.

Y no son los únicos. Empresas como SAP, Cisco y Salesforce utilizan plataformas de gamificación para motivar a sus colaboradores, transformando objetivos de desempeño en desafíos lúdicos. Facebook, IBM y Amazon organizan hackathons internos, en los que los equipos “juegan” a resolver problemas reales en un entorno controlado y creativo. Firmas como PwC y Deloitte han incorporado videojuegos serios para entrenar a sus empleados en competencias complejas, y metodologías como el Design Thinking integran dinámicas lúdicas con plastilina, cartas o retos de creatividad para estimular la innovación.

En PlanES, también lo hemos vivido de primera mano. A lo largo de los últimos años hemos diseñado y facilitado talleres, entrenamientos y procesos de capacitación que integran juegos, dinámicas y experiencias lúdicas para enseñar conceptos estratégicos, fortalecer equipos y transformar la manera en que se resuelven problemas. Hemos comprobado que cuando las personas juegan, se involucran con mayor apertura, generan ideas más audaces y logran aprendizajes más duraderos.

El juego, lejos de ser una pérdida de tiempo, es una forma profunda de explorar posibilidades. Albert Einstein lo dijo claramente: “El juego es la forma más elevada de investigación”. A través del juego nos damos permiso de imaginar, de fallar, de probar sin miedo. Es una manera de pensar libremente, de colaborar desde la empatía, de planear con visión.

Por eso, en este Día del Niño, vale la pena hacernos una pregunta muy seria: ¿por qué dejamos de jugar al crecer? Quizá ha llegado el momento de que las organizaciones aprendan de los niños. No solo para divertirse, sino para pensar mejor, con más creatividad, con más sentido humano y con un enfoque más ágil y colaborativo.

Porque sí, aprender jugando no es solo para los niños. También es para las empresas que quieren crecer con inteligencia y humanidad.

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